
Tus besos resuenan antojados como lluvia de abril. Aún etéreos, imaginarios pero en mis sueños tan reales... Y yo qué soy si no ilusa, espectatante de ellos, aquellos que se hacen de rogar.
Se ven las noches tan estrelladas que, a veces, crees toda la luz pensando que las farolas también lo son. Un día descubres que estas últimas son artificiales y las otras imposibles de alcanzar.
Lo más bonito es descubrir qué hay bajo la escayola... |
Todo en las calles tintineaba, o quizás sería el campaneo de mi corazón. Por fin llegó ese día, tras un año de eterna espera el carnaval a Venecia volvía.
Cientos de rostros ocultos como las fantasías de mi mente, pensamientos indecentes por culpa de una ilusión, darían rienda suelta a sus bailes.
Andaba de arriba a abajo por el piso buscando en vano una distracción capaz de apartarme de los oscuros deseos que desde aquel dia se apoderaban de mi paz. Era imposible dejar de lado la idea de que entre luna y máscaras me rodearan sus brazos y me siguieran sus labios. El ferviente deseo lo hacía inalcanzable... ¡quería rodearlo entre sábanas de seda y no dejarlo escapar!