lunes, 23 de noviembre de 2009

Reflexión estética INTRODUCCIÓN

Rubayat, Omar Jayyam






El protagonista de esta exposición es un ejemplar de Rubayat editado en 2006 y de la editorial Alianza en su edición bilingüe cuyas páginas se bordean con una magnífica greca ultramar. Quizás crean que exagero al decir que este libro es equiparable a una daga hundida en el corazón cuya empuñadura torna luciendo destellos mientras brotan ríos burdeos de sus entrañas. Esta operación deja un súbito sabor en el paladar… a hierro, a náusea, a dolor: la esencia de la vida. En este último aspecto, señores, nos centraremos.

Omar Jayyam nace en la Persia medieval en una época en la cual existían diversas contradicciones entre la tradición autóctona y las leyes y creencias de la civilización árabe, la cual en aquellos momentos defendía el fanatismo religioso. Se produjo pues un abandono de la libertad de pensamiento al igual que ocurrió con los terreno científico y literario. A mi modo de ver, esta atmósfera de opresión y desaliento fue lo que llevo a un sabio a destacar sobre los demás. La verdadera inteligencia por encima de los farsantes el valor físico que aporta la curiosidad de una mente fuera de su época y de un hombre del Renacimiento arcaico (en el buen sentido) si se me permite la expresión. La búsqueda de la satisfacción del Hombre como individuo y no como engranaje de una sociedad civil o religiosa. La máxima satisfacción encontrada en forma de Conocimiento los cuales pasaban desde la poesía y la virtud de la lengua hasta la astronomía o las matemáticas. Gran seguidor de Avicena impulsó también la difusión de la corriente aristotélica y la reinterpretación del Islam mediante los ojos de la filosofía peripatética (desarrollada en la Grecia antigua), la cual mamaba de las enseñanzas aristotélicas.


Cabe destacar que el hecho de que esta figura tan sobresaliente como Jayyam bebiera directamente de la filosofía de Avicena y Aristóteles no era azarosa si se me permite excluir a las casualidades, ya que como enuncia Aristóteles en su Teoría del Intelecto Agente, este último tenía el papel de captar la esencia, la forma individual y común a un conjunto de seres.
Esta facultad es casi divina. Vinculan a Dios con el mundo material mediante la noción neoplatónica de emanación de la que surgen una serie de realidades espirituales intermedias entre el Uno y el mundo material.
Jayyam era un ser completo, una sabiduría capturada y alimentada en una mente capaz y escasa de semejantes. El modelo perfecto de Aristóteles, su sistema solar.