martes, 11 de marzo de 2008









Sientiendo que el alma se encoge, de amor, con cada una de tus palabras, sitiéndolas cómo caen lentas pero ágiles en mi pozo, que no es vano... llegó la mañana clara.
Son aquellas que florecen desde lo profundo del corazón hacia lo profundo del ojo resbalando hasta la comisura de mi boca que tantas veces sellé con fuerza por no darla alas para volar. Y aquellas que bajaron acariciando mi piel y mi alma dándola luz de aurora, en mi boca las volví a atrapar... ¡qué insensata aquella que ante ciertas palabras las puertas abre y las deja escapar!


2 comentarios:

Conde de Lautreamont dijo...

Mantiene un lirismo delicioso. Mi saludo

Penélope dijo...

Siempre bienvenido

Un saludo