
Hoy aspiré tu olor. Lo sentí atravesando mi cuerpo, mezclándose innegable como resina que cae del árbol, adormeciendo mis nervios y congelando una vez más de tantas el aliento.
Pensé que bien valia la pena el desmayo y hasta la dura muerte si permanecía perpetuo en mi pecho el olor de tus besos.